
Una historia mal contada nos otorgó el infame honor de ser villanos a perpetuidad, un conjunto de ideas tergiversadas nos alejó de la única ética que se funde con la naturaleza y así nos hermanaba con la vida reconociéndonos en el palpitar del corazón de un gato, en la serenidad de un árbol y en la majestuosidad de los astros.
Ahí donde perseveró la razón fue también la tumba de nuestra empatía más profunda. Donde el mecanicista despreció la diversidad de la esencia y la teleología como principio fundamental fue el lugar en el que, como especie, firmamos para el resto de los seres una terrible condena.
Es tiempo de cambiar el paradigma y abrazar una concepción bioética de la vida para alcanzar un mundo justo para todos.
Sobre el artista
Salvador Cortazar, mejor conocido como Ruzski es un artista visual y escritor ubicado en la ciudad de México. Por medio de su trabajo creativo intenta revitalizar el diálogo que surge de hacer poesía, utilizando el antiguo concepto del “Daimón” como figura que entrelaza lo humano con lo trascendental. Personajes con pinta de demonios pero siempre abiertos a ser interpretados irrumpen en nuestro mundo a través de fotografías y montajes con los que busca transmitir una idea o una pregunta que debe ser contestada de manera íntima por quien observa la escena.
La obra de Ruzski se define por las emociones de sus personajes, quienes transitan un camino que los lleva a hacer el viaje del héroe del que habló Joseph Campbell. Trayecto circular plagado de alegrías y tragedias con el fin último de traer un fuego que ilumine la conciencia universal del mundo en el que todos somos, según Ruzski, una sola gran familia.
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